EL HOMBRE ES CAPAZ DE DIOS

Idioma: Español
Asignatura: Religión > Religión Católica

EL HOMBRE ES CAPAZ DE DIOS

Si nos permitimos estudiar un poco la historia de la humanidad, descubriremos que en todo momento el hombre ha sido un ser en busca de lo trascendente. Como dice Aristóteles, «el hombre es un ser religioso por naturaleza».

Esto es algo inherente a la existencia humana. Ahora bien, el cómo realiza esta búsqueda o el cómo lucha por relacionarse con la trascendencia, ha variado y lo sigue haciendo.

Es bien particular que ante el avance tecnológico científico que estamos viviendo en los últimos dos siglos, también vivimos un acrecentamiento de la necesidad de Dios directamente proporcional a un deseo de suplantarle por otras realidades. 

Paradójicamente somos la generación de la comunicación inmediata. Las conversaciones, tanto presenciales como virtuales, se han convertido paulatinamente en momentos efímeros y repentinos. Pensemos por ejemplo en un chat en redes sociales donde ante 140 caracteres, se puede responder con 2 caracteres («ok»), respuesta que por lo demás es absolutamente ambigua.

Miremos a tu propia experiencia y tu deseo más profundo.

Tu deseas y buscas amor, verdad, libertad, felicidad... y es que 

realmente cada una de estas palabras expresa algo muy grande, 

tan grande como Dios. Él es quien ha hecho tu corazón con 

esos anhelos y quiere que llegues al amor, a la verdad, la 

libertad, a la felicidad. que llegues al cielo! 

Todos buscamos a Dios, porque todos buscamos la verdad.

"Quien busca la verdad busca a Dios, sea o no consciente de 

ello"(Edith Stein)

DONDE ESTA LA FELICIDAD?

Sin embargo te
adelanto que otros te
dirán que lo que tú
deseas - el amor la
felicidad y la libertad -
no está en Dios sino
en otra cosa: DONDE ESTA LA FELICIDAD, EL AMOR PARA UDS??

Si un día naufragas en alta mar, y agarrado a un madero llegas 

a una isla desierta, aunque allí no encuentres rastro de hombre, 

ni un zapato de hombre, ni un trapo de hombre, ni una lata de 

sardinas vacía, nada; pero paseando por la isla desierta 

encuentras una cabaña, inmediatamente comprendes que en 

aquella isla antes que tú estuvo un hombre. Comprendes que 

aquella cabaña es fruto de la inteligencia de un hombre. 

Comprendes que aquella cabaña no se ha formado al 

amontonarse los palos caídos de un árbol. Comprendes que 

aquellas estacas clavadas en el suelo, aquellos palos en forma 

de techo y aquella puerta giratoria son fruto de la inteligencia 

de un hombre. Pues si unos palos en forma de cabaña 

requieren la inteligencia de un hombre, ¿no hará falta una 

inteligencia para ordenar los millones y millones de estrellas que se mueven en el cielo con precisión matemática? Si una 

cabaña en una isla no se puede haber hecho sola, ¿se habrán 

hecho solos las galaxias, los planetas, las estrellas, que hay en 

el cielo? 

Las cosas no se hacen solas; es decir, alguien tiene que 

hacerlas. Tanto la mesa y la casa, como el Sol, la Tierra y las 

estrellas han sido hechos por alguien. La mesa ha sido hecha 

por el carpintero, la casa ha sido hecha por el albañil. EL SOL, 

LA TIERRA Y LAS ESTRELLAS HAN SIDO HECHOS POR 

DIOS.

Donde hay una obra de arte hay un artista. Hasta el blasfemo 

Voltaire dijo: «No puedo imaginar que haya un reloj sin relojero»

¿Cómo podemos responder a Dios cuando Él se dirige a 

nosotros?

Con la fe. Responder a Dios es creer en él. Dios busca de 

muchas maneras establecer contacto con nosotros....

Los hombres podemos rechazar a Dios, pero sin Él solo 

tenemos vacío, dolor, sin sentido en nuestras vidas. Por eso 

Él no cesa de llamarte, de buscarte para que vivas y 

encuentres la dicha.....

RESPONDEMOS PENSANDO Y SINTIENDO

Reflexiona sobre la frase: “Nos has
hecho Señor para ti y nuestro corazón
está inquieto hasta que descanse en ti” (San Agustín) ¿Has
experimentado algo parecido a la inquietud
del corazón de la que habla San Agustín?
“Creer en Dios quiere decir comprender que con las cosas del
mundo no basta. Creer en Dios quiere decir comprender que la
vida tiene un sentido” (Wittgenstein)